Con motivo del 75 aniversario de la muerte de Blas Infante y García Lorca, aquí os dejo el artículo publicado en el 2º y último número del “Resistencia, fanzine por la Independencia, en 1996, hecho en Córdoba por 'Andalucía Reberde', que agrupaba a jóvenes militantes o simpatizantes de Nación Andaluza.
“Agosto 1936: Los 'españolazos' asesinaron a Blas Infante y a García Lorca”. Yáhia al-Kurtubí (militante de 'Andalucía Reberde')
“En la noche del 10 al 11 de agosto de 1936, Blas Infante, en el km. 4 de la carretera de Sevilla a Carmona, gritó dos veces 'Viva Andalucía Libre', y cayó muerto en la tierra andaluza que tanto amaba. Sus verdugos venían avalados por orden del general español Queipo de Llano.
Días después, el 19 de agosto, Federico García Lorca fue asesinado, por orden del comandante español José Valdés Guzmán, en el barranco de Alfacar, a las afueras de Granada. Nadie ha dejado constancia fidedigna de sus últimos momentos, aunque sí existe el testimonio de Juan Luís Trescastro, fanfarrón y machista compinche del fascista Ramón Ruiz Alonso. Trescastro alardeaba de haber participado no sólo en la detención sino también en la muerte del poeta. 'Acabamos de matar a Federico García Lorca. Yo le metí dos tiros en el culo por maricón'.
Estas dos muertes violentas no fueron los primeros crímenes de los españolazos. En menos de un mes, los campos de media Andalucía, en los que había triunfado el golpe militar franquista, se habían llenado de sangre de 'rojos', reales o imaginarios, sangre de los mejores hijos de nuestro pueblo.
Por esto es importante este recorrido, ya que como Blas Infante decía, 'cuando todos los andaluces conozcan su verdadera historia y esencia, será cuando logremos llegar a obtener el poder necesario para exigir el respeto a nuestra personalidad, tan diferente de aquella que tratan de imponernos'. A Infante y a Lorca les queda toda una vida por delante y una historia que contar. A eso vamos.
Blas Infante Pérez nace el 5 de julio de 1885 en el pueblecito malagueño de Casares. Sus inseparables amigos gitanos de la infancia, el vivir de cerca el drama histórico de la Andalucía popular y el conocimiento juvenil del esplendor andalusí en Granada, van conformando su pasión: Andalucía y sus gentes. Siendo muchacho vería como los jornaleros de nuestra tierra se defendían con medios anarquistas frente a la política colonialista del gobierno español. Se ocupaban fincas, se quemaban cosechas. Más tarde, Infante describiría la situación: 'Yo tengo clavada en la conciencia desde mi infancia, la visión sombría del jornalero. Yo lo he visto pasear su hambre por las calles del pueblo...'. La constante búsqueda de una solución al latifundismo, hace definir en él varias etapas ideológicas en un claro proceso que le lleva de su 'andalucismo culturalista' de 1910 al 'andalucismo radical de clase' de sus últimos años.
En 1917 se organizan los 'Centros Andaluces', que liderados entre otros por él, hablan con claridad de Andalucía como 'Nación' y 'Patria'. En el 1º de mayo de ese año se dirige a anarquistas, socialistas y comunistas del Centro Obrero Cruz Verde, de Sevilla: 'Pertenecéis a este lugar de la Tierra, y a este grupo de la Humanidad. Comenzad por su redención: ella impulsará la de los demás'. A los pocos meses se producirá en Rusia la 'Revolución de Octubre' que será seguida apasionadamente por las masas jornaleras andaluzas y por Blas Infante, que se manifiesta, 'amigo de todas las Revoluciones, y enemigo de la Dictadura burguesa'.
En la 'Asamblea de Ronda' de 1918, se va concretando un ideario andaluz, y además se aprueban los símbolos de la Andalucía de hoy, propuestos por Infante: 'la bandera nacional de Andalucía, su Himno y su escudo'. La bandera era la misma que ondeaba en la Mezquita-Aljama de Sevilla 'hacia el año 1198'. Blas Infante tenía la certeza de ser el verde y el blanco el símbolo más reiterado en nuestro pueblo como bandera por la liberación de Andalucía. En cuanto a la letra del himno, incorpora el binomio 'Tierra y Libertad', nombre del más representativo periódico anarquista leído en el campo andaluz, en la época.
Sin embargo, no sería hasta la 'Asamblea de Córdoba' de 1919 cuando, coincidiendo con la insurrección campesina del denominado 'Trienio Bolchevique Andaluz', Blas Infante participa en la redacción del Manifiesto Andalucista que se define sin ambigüedades por la autodeterminación de la 'patria' andaluza, y lanza un grito impresionante: '¡Andaluces!: ¡No emigréis, combatid! La Tierra de Andalucía es vuestra, recobradla'.
Más tarde, en su libro 'La Dictadura Pedagógica' (1921), Infante se declara comunista, aunque rechaza la dictadura del proletariado porque, según sus palabras, 'reprime el comunismo libertario y fraternal'.
En 1924, en plena guerra de resistencia de nuestros hermanos rifeños, liderados por el gran Abd-el-Krim, contra el ejército invasor español, Blas Infante tiene el gesto valiente de peregrinar a Agmat, a la tumba de Al-Mu'tamid, el último sultán de Ishbiliyya (Sevilla). Con ello simboliza la admiración que siente por Al-Andalus y los lazos que unen ambas orillas del Estrecho.
Son éstos los años de la Dictadura militar de Primo de Rivera, apoyada por el rey español, que impone una brutal represión en nombre de la 'Patria, la Religión y la Monarquía', hasta su caída en 1931.
Infante junto a compañeros de los Centros Andaluces fundará las 'Juntas liberalistas' que se autotitulan 'órgano expresivo de los anhelos revolucionarios de Andalucía', y alertan a la clase media de que en las sociedades modernas sólo existen dos términos: trabajadores y explotadores. La palabra 'Liberalista' hay que entenderla como 'liberación' y cercana al anarquismo. No podemos olvidar que, numéricamente, el trabajador andaluz era más anarquista que socialista.
Con la proclamación de la República el 14 de abril de 1931, el nacionalismo andaluz adquiere dinamismo y proclama: 'Hay que devolver al campesinado andaluz la tierra que le fue arrebatada por derecho de conquista'. Blas Infante se presenta por Córdoba y Sevilla a las elecciones, dentro de la candidatura 'Republicana Revolucionaria Federal Andalucista', con figuras de prestigio, y apoyada por campesinos y anarcosindicalistas andaluces como el doctor Vallina. Dicha candidatura propugna el establecimiento de una República Andaluza o Estado Libre de Andalucía, lo que provoca duras reacciones del poder republicano de Madrid, que a través del ministro de Gobernación Miguel Maura, inventa un complot de Infante, CNT, campesinos, comunistas y aviadores de la Base de Tablada para dar un golpe revolucionario. Esta falacia se disuelve como un azucarillo en agua tras las elecciones, pero impide el éxito de la candidatura.
A partir de entonces, Blas Infante centra su actividad principalmente en la elaboración de unas bases para el Estatuto de Autonomía y para la Reforma Agraria. Ninguno de estos proyectos es puesto en práctica por el estatalismo republicano. Infante, desilusionado, ironiza sobre el presidente de la República, el terrateniente cordobés Alcalá Zamora, al que ve 'como la figura más representativa de los monárquicos pasados al bando republicano'.
El gobierno intensifica la acción policial y militar sobre Andalucía, siguiendo una secular norma de conducta, que culmina en 1933 con los sucesos de Casas Viejas (Cádiz) y la sublevación jornalera de Bujalance (Córdoba), aplastada brutalmente. Infante y el movimiento jornalero se sentirán defraudados con la República: 'Hubiéramos deseado un sistema de hechos revolucionarios. Uno de estos, la abolición del latifundismo'.
Las movilizaciones, huelgas y su correspondiente represión se extienden hasta 1936. Infante resume: 'el otro día me decía un obrero […]: A mí me da igual que un guardia civil me pegue un tiro en nombre de la monarquía que de la República'.
Con el triunfo del Frente Popular en 1936 se ocupan y reparten las tierras. Sin embargo, el golpe militar fascista de julio impone, al más puro estilo de los Reyes Católicos, la 'sagrada unidad de España', acabando a sangre y fuego con las aspiraciones del nacionalismo andaluz y con la vida de su principal impulsor.
En 1984, un descafeinado Parlamento Andaluz reconoce a Blas Infante como Padre de la Patria Andaluza.
Acabado aquí, este largo recuerdo, ante todo político, por la vida de este gran andaluz, pasamos ahora a rescatar los aspectos fundamentales, muchas veces silenciados, de otro genial andaluz, Federico García Lorca.
Lorca nació el 5 de junio de 1898 en Fuente Vaqueros (Granada). Fue un poeta y dramaturgo de lo andaluz. Nuestro autor más universal, que combinaba de forma asombrosa lo vanguardista y lo popular, la perfección y la pasión. A ello contribuyen sus profundas raíces populares andaluzas que defendía de forma militante. Federico no mostraba gran interés en publicar, prefería ir dando lecturas poéticas e ir transmitiendo sus poemas, como los juglares, de viva voz.
En uno de sus primeros libros, el 'Poema del Cante Jondo', marcado por la intensa presencia de 'la Andalucía del llanto', vemos la sensibilidad de Federico, que le lleva a un conocimiento auténticamente 'hondo' de los cantes. Aquí tenemos la influencia de Juan Ramón Jiménenz, otro poeta andaluz del cual Federico recoge ese ver a Andalucía con una perspectiva a la vez individual y universal, intelectual y sensible, y con la óptica de la contemplación sensual, sin prisas, prolongada, empapándose del sentido de las cosas.
En 1928 alcanza un resonante éxito con el 'Romancero Gitano', en el cual Lorca descubre una verdad andaluza ignorada y nos transmite su odio a la Guardia Civil, el cuerpo que persigue a 'los gitanos de bronce y sueño'. Y si incide más en el gitano, es porque el gitano andaluz es el andaluz más desarmado, más inerme y más desprotegido, dentro de una Andalucía y unos andaluces ya de por si oprimidos. Lorca tiene cualidades excepcionales para sentir y comprender, y lo que es más difícil, plasmar y transmitir con sus versos lo andaluz.
Cuando en 1929 viaja a Nueva York como becario, se produce en él una conmoción violenta. Allí ve las manifestaciones máximas del poder del dinero, la injusticia social, la deshumanización, y allí nace también 'Poeta en Nueva York'. Lorca se encuentra con una macrosociedad imperialista que margina a la población afro-americana, que como los gitanos, van a representar el límite último de la opresión. La sensación de náusea que todo esto le crea será transmitida en sus versos de forma directa, cruel y real.
Tras este título Federico se dedicará preferentemente al teatro, del que es un autor totalmente innovador. Destaca el ciclo en el que personaliza en la mujer sus alegrías, sus dramas y sus tragedias: 'Mariana Pineda', 'Bodas de Sangre', 'Yerma', o su obra cumbre 'La casa de Bernalda Alba'. El teatro es, en efecto, el cauce por el que Lorca aborda los problemas colectivos: 'En nuestra época, el poeta ha de abrirse las venas para los demás', 'el artista debe reír y llorar con su pueblo'. En 1932, funda 'La Barraca', grupo de teatro itinerante que lleva hasta las campiñas más remotas la Cultura que es para él el mejor medio de introducir en el pueblo la conciencia política, y de cuestionar la moral tradicional y la tiranía de la religión.
Igualmente Lorca aprovecha su más vanguardista teatro para mostrar uno de los aspectos fundamentales de su persona, la homosexualidad. Quiso amar en libertad, sin ningún tipo de fronteras, y, aunque no dejó confidencias sobre su vida sexual, si escribió sobre el amor diferente, entre líneas, en sus poemas y obras, y, directamente, en su pieza teatral 'El Público', en la que revela sus conflictos internos sobre el deseo homosexual, y arremete contra el rechazo social que producía.
Se puede decir que Lorca, por su genio, sus costumbres, sus creaciones y sus simpatías frentepopulistas, era y será siempre un revolucionario andaluz.
Así, Blas Infante y Federico García Lorca constituyen dos de los nombres más brillantes en cuanto al trabajo de concienciación política, cultural y popular de Andalucía en este siglo, por lo que hablar de ellos se convierte en homenaje colectivo a todos aquellos andaluces y andaluzas que luchando -y muriendo- por la tierra y la libertad, forjaron estos sesenta años de resistencia antifascista en Andalucía.
Y, como consideramos que la memoria histórica es lo que da continuidad a la vida humana, no se puede acabar este texto sin antes denunciar la cínica actitud de los partidos españolazos que cada año participan en los homenajes a estos dos ilustres andaluces, convirtiéndolos en nuevos fusilamientos. Estos partidos, aprovechan la facilidad que les proporciona su acceso a los medios de comunicación para manipular la historia e intentar así sepultar la esperanza de aquel ensordecedor grito de Blas Infante antes de morir: ¡Viva Andalucía Libre!. Pero lo más terrible de este 60 aniversario, no ha sido esto, sino la vergonzosa presencia, de la mano de los monárquicos del P.A., de Gesto por la Paz y del PNV, el partido cristiano-burgués defensor a ultranza, como se ha visto en Bilbao, de la 'roji-gualda', la bandera del Ejército español, 'la que asesinó a Blas Infante', como gritan los jóvenes de Nación Andaluza cada año en el km. 4 de la carretera de Carmona.
En memoria a las víctimas que sufrieron la barbarie fascista en forma de cárcel, destierro o muerte, tenemos que gritar bien fuerte 'contra la violencia de los españolazos de ayer y de hoy'.
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